domingo, 17 de abril de 2011

Reflexión...

Pienso en la capacidad de soñar, aquella que afortunadamente no he perdido y espero nunca perder, aquella que me permite seguir caminando a paso firme, aunque no tenga certezas.
Pienso en lo positivo que sería para la sociedad si todas las personas pudiesen contar con la fortuna de soñar. Eso las haría más grandes, más nobles, más sabias, pero no hablo de soñar con la adquisición de riquezas, hablo de soñar con proyectos de crecimiento personal, crecimiento espiritual, ese que permite alcanzar lo más parecido a la felicidad, a mi entender, la tranquilidad.
Tranquilidad de sentir que lo emprendido y ejecutado se hace con amor y por amor, de que cada instante que pasa tiene sentido, sentido que se orienta a amar y aceptar que cada persona es diferente de otra, por lo tanto, tiene derecho a elegir cómo desea vivir. Tranquilidad de sentir que no somos más grandes o más pequeños que otros, sino únicos, particulares. Tranquilidad de sentir que nos esforzamos por superar nuestras debilidades y reforzar nuestras fortalezas. Y sobre todo, tranquilidad de sentir que el camino recorrido es camino compartido con otros, por lo que sin otras personas difícilmente hubiese llegado donde hoy me encuentro.
Pienso entonces, que soñar con el engrandecimiento del espíritu nos acerca a la felicidad, donde el amor se traduce en el intento incesante de entender a los otros en sus emociones y haceres sin prejuicios. Y en la medida que, paso a paso, me esfuerzo por ello, me siento más plena y en paz...